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viernes, 3 de enero de 2014

La Biblia en un Año 7 De enero


Génesis 14-15

Nueva Versión Internacional (NVI)

Abram rescata a Lot

14 En aquel tiempo los reyes Amrafel de Sinar,[a] Arioc de Elasar, Quedorlaómer de Elam, y Tidal de Goyim estuvieron en guerra contra los reyes Bera de Sodoma, Birsá de Gomorra, Sinab de Admá, Semeber de Zeboyín, y el rey de Bela, es decir, de Zoar. Estos cinco últimos aunaron fuerzas en el valle de Sidín, conocido como el Mar Muerto. Durante doce años habían estado bajo el dominio de Quedorlaómer, pero en el año trece se rebelaron contra él.
Al año siguiente, Quedorlaómer y los reyes que estaban con él salieron y derrotaron a los refaítas en la región de Astarot Carnayin; luego derrotaron a los zuzitas en Jam, a los emitas en Save Quiriatayin, y a los horeos en los montes de Seír, hasta El Parán, que está cerca del desierto. Al volver, llegaron hasta Enmispat, es decir, Cades, y conquistaron todo el territorio de los amalecitas, y también el de los amorreos que vivían en la región de Jazezón Tamar.
Entonces los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá, Zeboyín y Bela, es decir, Zoar, salieron al valle de Sidín y presentaron batalla a los reyes Quedorlaómer de Elam, Tidal de Goyim, Amrafel de Sinar, y Arioc de Elasar. Eran cuatro reyes contra cinco. 10 El valle de Sidín estaba lleno de pozos de asfalto, y cuando los reyes de Sodoma y Gomorra huyeron, se cayeron en ellos, pero los demás lograron escapar hacia los montes. 11 Los vencedores saquearon todos los bienes de Sodoma y de Gomorra, junto con todos los alimentos, y luego se retiraron. 12 Y como Lot, el sobrino de Abram, habitaba en Sodoma, también se lo llevaron a él, con todas sus posesiones.
13 Uno de los que habían escapado le informó todo esto a Abram el hebreo, que estaba acampando junto al encinar de Mamré el amorreo. Mamré era hermano[b] de Escol y de Aner, y éstos eran aliados de Abram. 14 En cuanto Abram supo que su sobrino estaba cautivo, convocó a trescientos dieciocho hombres adiestrados que habían nacido en su casa, y persiguió a los invasores hasta Dan. 15 Durante la noche Abram y sus siervos desplegaron sus fuerzas y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Hobá, que está al norte de Damasco. 16 Así recuperó todos los bienes, y también rescató a su sobrino Lot, junto con sus posesiones, las mujeres y la demás gente.
17 Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaómer y a los reyes que estaban con él, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el valle de Save, es decir, en el valle del Rey.
18 Y Melquisedec, rey de *Salén y sacerdote del Dios *altísimo, le ofreció pan y vino. 19 Luego bendijo a Abram con estas palabras:
«¡Que el Dios altísimo,
    creador[c] del cielo y de la tierra,
    bendiga a Abram!
20 ¡Bendito sea el Dios altísimo,
    que entregó en tus manos a tus enemigos!»
Entonces Abram le dio el diezmo de todo.
21 El rey de Sodoma le dijo a Abram:
—Dame las personas y quédate con los bienes.
22 Pero Abram le contestó:
—He jurado por el Señor, el Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra,23 que no tomaré nada de lo que es tuyo, ni siquiera un hilo ni la correa de una sandalia. Así nunca podrás decir: “Yo hice rico a Abram.” 24 No quiero nada para mí, salvo lo que mis hombres ya han comido. En cuanto a los hombres que me acompañaron, es decir, Aner, Escol y Mamré, que tomen ellos su parte.

Dios hace un pacto con Abram

15 Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión:
«No temas, Abram.
    Yo soy tu escudo,
    y muy grande será tu recompensa.»
Pero Abram le respondió:
Señor y Dios, ¿para qué vas a darme algo, si aún sigo sin tener hijos, y el heredero[d] de mis bienes será Eliezer de Damasco? Como no me has dado ningún hijo, mi herencia la recibirá uno de mis criados.
—¡No! Ese hombre no ha de ser tu heredero —le contestó el Señor—. Tu heredero será tu propio hijo.
Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo:
—Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!
Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo. Además, le dijo:
—Yo soy el Señor, que te hice salir de Ur de los *caldeos para darte en posesión esta tierra.
Pero Abram le preguntó:
Señor y Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?
El Señor le respondió:
—Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma.
10 Abram llevó todos estos animales, los partió por la mitad, y puso una mitad frente a la otra, pero a las aves no las partió. 11 Y las aves de rapiña comenzaron a lanzarse sobre los animales muertos, pero Abram las espantaba.
12 Al anochecer, Abram cayó en un profundo sueño, y lo envolvió una oscuridad aterradora. 13 El Señor le dijo:
—Debes saber que tus descendientes vivirán como extranjeros en tierra extraña, donde serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años.14 Pero yo castigaré a la nación que los esclavizará, y luego tus descendientes saldrán en libertad y con grandes riquezas. 15 Tú, en cambio, te reunirás en *paz con tus antepasados, y te enterrarán cuando ya seas muy anciano. 16 Cuatro generaciones después tus descendientes volverán a este lugar, porque antes de eso no habrá llegado al colmo la iniquidad de los amorreos.
17 Cuando el sol se puso y cayó la noche, aparecieron una hornilla humeante y una antorcha encendida, las cuales pasaban entre los animales descuartizados. 18 En aquel día el Señor hizo un *pacto con Abram. Le dijo:
—A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates. 19 Me refiero a la tierra de los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos, 20 los hititas, los ferezeos, los refaítas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.

Juan 8

Nueva Versión Internacional (NVI)

La mujer sorprendida en adulterio

Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el *templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles.Los *maestros de la ley y los *fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio del grupo le dijeron a Jesús:
—Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio.En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?
Con esta pregunta le estaban tendiendo una *trampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo.Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo:
—Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí. 10 Entonces él se incorporó y le preguntó:
—Mujer, ¿dónde están?[a] ¿Ya nadie te condena?
11 —Nadie, Señor.
—Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.

Validez del testimonio de Jesús

12 Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo:
—Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13 —Tú te presentas como tu propio testigo —alegaron los *fariseos—, así que tu testimonio no es válido.
14 —Aunque yo sea mi propio testigo —repuso Jesús—, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Ustedes juzgan según criterios *humanos; yo, en cambio, no juzgo a nadie. 16 Y si lo hago, mis juicios son válidos porque no los emito por mi cuenta sino en unión con el Padre que me envió.17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. 18 Uno de mis testigos soy yo mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.
19 —¿Dónde está tu padre?
—Si supieran quién soy yo, sabrían también quién es mi Padre.
20 Estas palabras las dijo Jesús en el lugar donde se depositaban las ofrendas, mientras enseñaba en el *templo. Pero nadie le echó mano porque aún no había llegado su tiempo.

Yo no soy de este mundo

21 De nuevo Jesús les dijo:
—Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero en su pecado morirán. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.
22 Comentaban, por tanto, los judíos: «¿Acaso piensa suicidarse? ¿Será por eso que dice: “Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”?»
23 —Ustedes son de aquí abajo —continuó Jesús—; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por eso les he dicho que morirán en sus pecados, pues si no creen que yo soy el que afirmo ser,[b] en sus pecados morirán.
25 —¿Quién eres tú? —le preguntaron.
—En primer lugar, ¿qué tengo que explicarles?[c] —contestó Jesús—. 26 Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es veraz, y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo.
27 Ellos no entendieron que les hablaba de su Padre. 28 Por eso Jesús añadió:
—Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán ustedes que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado. 29 El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada.
30 Mientras aún hablaba, muchos creyeron en él.

Los hijos de Abraham

31 Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo:
—Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33 —Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?
34 —Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—. 35 Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre. 36 Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres. 37 Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham. Sin embargo, procuran matarme porque no está en sus planes aceptar mi palabra. 38 Yo hablo de lo que he visto en presencia del Padre; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado.
39 —Nuestro padre es Abraham —replicaron.
—Si fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo. 40 Ustedes, en cambio, quieren matarme, ¡a mí, que les he expuesto la verdad que he recibido de parte de Dios! Abraham jamás haría tal cosa. 41 Las obras de ustedes son como las de su padre.
—Nosotros no somos hijos nacidos de prostitución —le reclamaron—. Un solo Padre tenemos, y es Dios mismo.

Los hijos del diablo

42 —Si Dios fuera su Padre —les contestó Jesús—, ustedes me amarían, porque yo he venido de Dios y aquí me tienen. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entienden mi modo de hablar? Porque no pueden aceptar mi palabra. 44 Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! 45 Y sin embargo a mí, que les digo la verdad, no me creen.46 ¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen? 47 El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan, porque no son de Dios.

Declaración de Jesús acerca de sí mismo

48 —¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano, y que estás endemoniado? —replicaron los judíos.
49 —No estoy poseído por ningún demonio —contestó Jesús—. Tan sólo honro a mi Padre; pero ustedes me deshonran a mí. 50 Yo no busco mi propia gloria; pero hay uno que la busca, y él es el juez. 51 Ciertamente les aseguro que el que cumple mi palabra, nunca morirá.
52 —¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! —exclamaron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas, pero tú sales diciendo que si alguno guarda tu palabra, nunca morirá. 53 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham? Él murió, y también murieron los profetas. ¿Quién te crees tú?
54 —Si yo me glorifico a mí mismo —les respondió Jesús—, mi gloria no significa nada. Pero quien me glorifica es mi Padre, el que ustedes dicen que es su Dios, 55 aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco. Si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes; pero lo conozco y cumplo su palabra. 56 Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró.
57 —Ni a los cincuenta años llegas —le dijeron los judíos—, ¿y has visto a Abraham?
58 —Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!
59 Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió inadvertido del templo.[d]



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