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viernes, 3 de enero de 2014

La Biblia en un Año 16 De enero

Génesis 35-36

Nueva Versión Internacional (NVI)

Jacob vuelve a Betel

35 Dios le dijo a Jacob: «Ponte en marcha, y vete a vivir a Betel. Erige allí un altar al Dios que se te apareció cuando escapabas de tu hermano Esaú.»
Entonces Jacob dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: «Desháganse de todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa. Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino.»
Así que le entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, junto con los aretes que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró a la sombra de la encina que estaba cerca de Siquén. Cuando partieron, nadie persiguió a la familia de Jacob, porque un terror divino se apoderó de las ciudades vecinas.
Fue así como Jacob y quienes lo acompañaban llegaron a Luz, es decir, Betel, en la tierra de Canaán. Erigió un altar y llamó a ese lugar El Betel,[a] porque allí se le había revelado Dios cuando escapaba de su hermano Esaú.
Por esos días murió Débora, la nodriza de Rebeca, y la sepultaron a la sombra de la encina que se encuentra cerca de Betel. Por eso Jacob llamó a ese lugar Elón Bacut.[b]
Cuando Jacob regresó de Padán Aram[c], Dios se le apareció otra vez y lo bendijo 10 con estas palabras: «Tu *nombre es Jacob,[d] pero ya no te llamarás así. De aquí en adelante te llamarás Israel.»[e] Y, en efecto, ese fue el nombre que le puso.
11 Luego Dios añadió: «Yo soy el Dios *Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti nacerá una nación y una comunidad de naciones, y habrá reyes entre tus vástagos. 12 La tierra que les di a Abraham y a Isaac te la doy a ti, y también a tus descendientes.» 13 Y Dios se alejó del lugar donde había hablado con Jacob.
14 Jacob erigió una *estela de piedra en el lugar donde Dios le había hablado. Vertió sobre ella una libación, y la ungió con aceite, 15 y al lugar donde Dios le había hablado lo llamó Betel.[f]

Muerte de Raquel y de Isaac

16 Después partieron de Betel. Cuando todavía estaban lejos de Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un parto muy difícil.17 En el momento más difícil del parto, la partera le dijo: «¡No temas; estás por tener otro varón!» 18 No obstante, ella se estaba muriendo, y en sus últimos suspiros alcanzó a llamar a su hijo Benoní,[g] pero Jacob, su padre, le puso por *nombre Benjamín.[h]
19 Así murió Raquel, y la sepultaron en el camino que va hacia Efrata, que es Belén. 20 Sobre la tumba Jacob erigió una estela, que hasta el día de hoy señala el lugar donde Raquel fue sepultada.
21 Israel siguió su camino y acampó más allá de Migdal Edar. 22 Mientras vivía en esa región, Rubén fue y se acostó con Bilhá, la concubina de su padre. Cuando Israel se enteró de esto, se enojó muchísimo.[i]
Jacob tuvo doce hijos:
23 Los hijos de Lea fueron Rubén, que era el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
24 Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín.
25 Los hijos de Bilhá, la esclava de Raquel, fueron Dan y Neftalí.
26 Los hijos de Zilpá, la esclava de Lea, fueron Gad y Aser.
Éstos fueron los hijos que tuvo Jacob en Padán Aram.
27 Jacob volvió a la casa de su padre Isaac en Mamré, cerca de Quiriat Arbá, es decir, Hebrón, donde también habían vivido Abraham e Isaac. 28 Isaac tenía ciento ochenta años 29 cuando se reunió con sus antepasados. Era ya muy anciano cuando murió, y lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.

Descendientes de Esaú

36 Éstos son los descendientes de Esaú, o sea Edom.
Esaú se casó con mujeres cananeas: con Ada, hija de Elón el hitita; con Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón el heveo; y con Basemat, hija de Ismael y hermana de Nebayot.
Esaú tuvo estos hijos: con Ada tuvo a Elifaz; con Basemat, a Reuel; con Aholibama, a Jeús, Jalán y Coré. Éstos fueron los hijos que tuvo Esaú mientras vivía en la tierra de Canaán.
Después Esaú tomó a sus esposas, hijos e hijas, y a todas las personas que lo acompañaban, junto con su ganado y todos sus animales, y todos los bienes que había adquirido en la tierra de Canaán, y se trasladó a otra región para alejarse de su hermano Jacob. Los dos habían acumulado tantos bienes que no podían estar juntos; la tierra donde vivían no bastaba para alimentar al ganado de ambos. Fue así como Esaú, o sea Edom, se asentó en la región montañosa de Seír.
Éstos son los descendientes de Esaú, padre de los edomitas, que habitaron en la región montañosa de Seír. 10 Los nombres de sus hijos son éstos:
Elifaz hijo de Ada, esposa de Esaú; y Reuel hijo de Basemat, esposa de Esaú.
11 Los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatán y Quenaz.
12 Elifaz tuvo un hijo con una concubina suya, llamada Timná, al que llamó Amalec.
Todos éstos fueron nietos de Ada, esposa de Esaú.
13 Los hijos de Reuel fueron Najat, Zera, Sama y Mizá. Éstos fueron los nietos de Basemat, esposa de Esaú.
14 Los hijos de la otra esposa de Esaú, Aholibama, que era hija de Aná y nieta de Zibeón fueron Jeús, Jalán y Coré.
15 Éstos fueron los jefes de los descendientes de Esaú:
De los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú, los jefes fueron Temán, Omar, Zefo, Quenaz, 16 Coré, Gatán y Amalec. Éstos fueron los jefes de los descendientes de Elifaz en la tierra de Edom, y todos ellos fueron nietos de Ada.
17 De los hijos de Reuel hijo de Esaú, los jefes fueron Najat, Zera, Sama y Mizá.
Éstos fueron los jefes de los descendientes de Reuel en la tierra de Edom, y todos ellos fueron nietos de Basemat, esposa de Esaú.
18 De los hijos de Aholibama, hija de Aná y esposa de Esaú, los jefes fueron Jeús, Jalán y Coré.
19 Éstos fueron descendientes de Esaú, también llamado Edom, y a su vez jefes de sus respectivas tribus.
20 Éstos fueron los descendientes de Seír el horeo, que habitaban en aquella región:
Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 21 Disón, Ezer y Disán. Estos descendientes de Seír fueron los jefes de los horeos en la tierra de Edom.
22 Los hijos de Lotán fueron Horí y Homán. Lotán tenía una hermana llamada Timná.
23 Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manajat, Ebal, Sefó y Onam.
24 Los hijos de Zibeón fueron Ayá y Aná. Este último es el mismo que encontró las aguas termales[j] en el desierto mientras cuidaba los asnos de su padre Zibeón.
25 Los hijos de Aná fueron: Disón y Aholibama, hija de Aná.
26 Los hijos de Disón fueron Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.
27 Los hijos de Ezer fueron Bilán, Zaván y Acán.
28 Los hijos de Disán fueron Uz y Arán.
29 Los jefes de los horeos fueron Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 30 Disón, Ezer y Disán. Cada uno de ellos fue jefe de su tribu en la región de Seír.

Los reyes de Edom

31 Antes de que los israelitas tuvieran rey, éstos fueron los reyes que reinaron en el país de Edom:
32 Bela hijo de Beor, que reinó en Edom. El nombre de su ciudad era Dinaba.
33 Cuando murió Bela, reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, que provenía de Bosra.
34 Cuando murió Jobab, reinó en su lugar Jusán, que venía de la región de Temán.
35 Cuando murió Jusán, reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad. Éste derrotó a Madián en el campo de Moab. El nombre de su ciudad era Avit.
36 Cuando murió Hadad, reinó en su lugar Samla, que era del pueblo de Masreca.
37 Cuando murió Samla, reinó en su lugar Saúl de Rejobot del Río.
38 Cuando murió Saúl, reinó en su lugar Baal Janán hijo de Acbor.
39 Cuando murió Baal Janán hijo de Acbor, reinó en su lugar Hadad.[k] El nombre de su ciudad era Pau. Su esposa se llamaba Mehitabel, y era hija de Matred y nieta de Mezab.
40 Éstos son los nombres de los jefes que descendieron de Esaú, cada uno según su clan y región: Timná, Alvá, Jetet,41 Aholibama, Elá, Pinón, 42 Quenaz, Temán, Mibzar, 43 Magdiel e Iram. Éstos fueron los jefes de Edom, según los lugares que habitaron.
Éste fue Esaú, padre de los edomitas.

Juan 18

Nueva Versión Internacional (NVI)

Arresto de Jesús

18 Cuando Jesús terminó de orar, salió con sus discípulos y cruzó el arroyo de Cedrón. Al otro lado había un huerto en el que entró con sus discípulos.
También Judas, el que lo traicionaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Así que Judas llegó al huerto, a la cabeza de un destacamento[a] de soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de los *fariseos. Llevaban antorchas, lámparas y armas.
Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, les salió al encuentro.
—¿A quién buscan? —les preguntó.
—A Jesús de Nazaret —contestaron.
—Yo soy.
Judas, el traidor, estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», dieron un paso atrás y se desplomaron.
—¿A quién buscan? —volvió a preguntarles Jesús.
—A Jesús de Nazaret —repitieron.
—Ya les dije que yo soy. Si es a mí a quien buscan, dejen que éstos se vayan.
Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho: «De los que me diste ninguno se perdió.»[b]
10 Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco.)
11 —¡Vuelve esa espada a su funda! —le ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?

Jesús ante Anás

12 Entonces los soldados, con su comandante, y los guardias de los judíos, arrestaron a Jesús. Lo ataron 13 y lo llevaron primeramente a Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año. 14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era preferible que muriera un solo hombre por el pueblo.

Pedro niega a Jesús

15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Y como el otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, entró en el patio del sumo sacerdote con Jesús; 16 Pedro, en cambio, tuvo que quedarse afuera, junto a la puerta. El discípulo conocido del sumo sacerdote volvió entonces a salir, habló con la portera de turno y consiguió que Pedro entrara.
17 —¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? —le preguntó la portera.
—No lo soy —respondió Pedro.
18 Los criados y los guardias estaban de pie alrededor de una fogata que habían hecho para calentarse, pues hacía frío. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose.

Jesús ante el sumo sacerdote

19 Mientras tanto, el sumo sacerdote interrogaba a Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas.
20 —Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el *templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada. 21 ¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.
22 Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo:
—¿Así contestas al sumo sacerdote?
23 —Si he dicho algo malo —replicó Jesús—, demuéstramelo. Pero si lo que dije es correcto, ¿por qué me pegas?
24 Entonces Anás lo envió,[c] todavía atado, a Caifás, el sumo sacerdote.

Pedro niega de nuevo a Jesús

25 Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose.
—¿No eres tú también uno de sus discípulos? —le preguntaron.
—No lo soy —dijo Pedro, negándolo.
26 —¿Acaso no te vi en el huerto con él? —insistió uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja.
27 Pedro volvió a negarlo, y en ese instante cantó el gallo.

Jesús ante Pilato

28 Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano.[d] Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo se *contaminarían ritualmente y no podrían comer la Pascua. 29 Así que Pilato salió a interrogarlos:
—¿De qué delito acusan a este hombre?
30 —Si no fuera un malhechor —respondieron—, no te lo habríamos entregado.
31 —Pues llévenselo ustedes y júzguenlo según su propia ley —les dijo Pilato.
—Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie —objetaron los judíos.
32 Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús había dicho, al indicar la clase de muerte que iba a sufrir.
33 Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús.
—¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.
34 —¿Eso lo dices tú —le respondió Jesús—, o es que otros te han hablado de mí?
35 —¿Acaso soy judío? —replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?
36 —Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.
37 —¡Así que eres rey! —le dijo Pilato.
—Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.
38 —¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato.
Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos.
—Yo no encuentro que éste sea culpable de nada —declaró—. 39 Pero como ustedes tienen la costumbre de que les suelte a un preso durante la Pascua, ¿quieren que les suelte al “rey de los judíos”?
40 —¡No, no sueltes a ése; suelta a Barrabás! —volvieron a gritar desaforadamente.
Y Barrabás era un bandido.[e]



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